Las Pitias

Hace miles de años, un grupo de mujeres fue capaz de comunicarse con la divinidad para trasladar a la humanidad sus profecías en el oráculo de Delfos. Eran las pitias o pitonisas. El nombre "pythia" está estrechamente ligado con la leyenda originaria del santuario: el lugar sagrado estaría custodiado por una colosal serpiente, hija de Gea (la Madre Tierra), llamada Python. Apolo, en algunas fuentes por venganza y en otras por poder, asesinó a la serpiente para hacerse con el gobierno de la zona, y mandó construir un templo en su honor. En él fue donde las pitias llevaron a cabo sus labores proféticas y adivinatorias, de modo que su nombre contiene una doble referencia: a la serpiente originaria y a su condición de profetisas de Apolo.

La ciudad de Delfos, situada al abrigo del monte Parnaso (aquel donde según la mitología griega habitaban las musas), fue una de las más importantes de la Antigüedad Clásica ya que uno de los mitos de Zeus la situaba como centro del mundo. Su oráculo, aunque no era el más antiguo, sí fue el que alcanzó mayor fama: no había campaña que se emprendiese, tratado de paz que se firmase o ciudad que se fundase sin antes haber acudido allí a consultar a las pitias. Plutarco nos cuenta que la pitia debía ser una mujer nacida en Delfos, que era escogida con gran meticulosidad entre las demás y que debía consagrarse a Apolo hasta el momento de su muerte prometiendo castidad, condición ligada en el imaginario griego a las "palabras verdaderas".

Solo la pitia tenía acceso a la parte del templo en la que se encontraba el oráculo (el adyton). Allí, en una ceremonia ritual, se valía de instrumentos adivinatorios como un cuenco con agua sagrada del manantial de Kassotis y una hoja de laurel. Sentada sobre un trípode, recibía la profecía, la comunicaba a través de un idioma inteligible al sacerdote que hacía de su ayudante, y este la transmitía en prosa o verso, de manera oral o a veces escrita, a la persona que había solicitado la intercesión de la pitia. La profecía no era un mensaje cerrado, sino un consejo para cuya correcta interpretación se debía contar con las dos virtudes promovidas por las máximas del templo: "conócete a ti mismo" y "nada en demasía".

La figura de las pitias se puede entender en clave de tradición y legado de culturas pre-patriarcales. En muchas de ellas, la serpiente se asociaba a la divinidad, y la divinidad se asociaba a lo femenino. Estas pervivencias las encontramos, por ejemplo, en la cultura material de la civilización minoica y en la diosa Nammu de la civilización sumeria, también en el relato fundacional de la serpiente Python. La relación entre adivinación, serpiente y mujer la encontramos también en la etimología onomatopéyica que da nombre a las sibilas y al adjetivo sibilino. Otro término actual que bebe de estas figuras femeninas es "entusiasmo": el enthousiasmós era el nombre que se le daba al estado de trance y éxtasis al que llegaban pitias y sibilas antes de emitir la profecía.

En ocasiones, las sibilas y las pitias aparecen referidas indistintamente como si ambos términos fueran sinónimos. En cierto modo lo son, pero con matices: las sibilas son aquellas mujeres con el don de la adivinación en general (las profetisas), y las pitias fueron las que lo ejercieron de manera concreta en Delfos. En la cerámica griega aparecen representadas sentadas sobre el trípode, con un cuenco en una mano y una hoja de laurel en la otra. Aparecen vestidas con un peplos, vestimenta que al asociarse con la diosa Atenea las dota de autoridad divina, y con la cabeza semi-cubierta por un velo. Este elemento, el velo, simboliza aquello que está oculto pero que ahora se desvela, por lo que la cubrición parcial de la cabeza con él es intencional.

Plutarco, Pausanias, Heródoto, Esquilo, Plinio, Diodoro de Sicilia e incluso Platón son algunos de los autores a través de los cuales podemos acercarnos a su historia y a los entresijos del ritual que llevaban a cabo, también al importante papel que jugaron en la mitología e historia de la Antigua Grecia debido a la autoridad que ostentaban como intermediarias de la divinidad y poseedoras del don de la clarividencia. Parte del peso negativo que tienen a día de hoy las palabras "pitonisa" o "sibilina" podría deberse a los continuos esfuerzos por invisibilizar el poder que tuvieron las mujeres y ridiculizar o degradar el alcance de sus palabras, lo cual explicaría por qué algo que antes otorgaba autoridad a las mujeres hoy en día es empleado para quitársela.

By Eugenia Tenenbaum

FUENTES CONSULTADAS:
- Bernabé-Sánchez, Estefanía. "Notas sobre la figura histórica de la Sibila". Roda da Fortuna: Revista Electrónica sobre Antiguidade e Medievo 7, n.o 1 (2018): 32–48.
- Bertolín Cebrián, Reyes. "El oráculo de Dodona y la lengua de las mujeres". ARYS 5 (2022): 31–38.
- Elvira Barba, Miguel Ángel. Arte y Mito: Manual de iconografía clásica. Sílex, 2008.
- Mazarbeitia Valle, Santiago. "Iconografía e iconología de la sibila". Revista Digital de Iconografía Medieval x, n.o 18 (2018): 47–63.
- Rodríguez Moralez, Uxmal. "De la embriaguez que viene de la tierra: El oráculo de Delfos". Elementos: Ciencia y cultura 13, n.o 64 (2006): 43–51.